La revolución de la movilidad eléctrica no solo está cambiando la manera en que nos movemos, sino la forma en que pensamos la propiedad. En muchas ciudades, un coche eléctrico pasa estacionado más del 90% del tiempo; una scooter eléctrica, aún más. Ese tiempo muerto está abriendo la puerta a un nuevo modelo: plataformas peer-to-peer que funcionan como un “Airbnb para vehículos eléctricos”, donde cualquier persona puede rentar su auto, moto o scooter cuando no lo necesita, y cualquier usuario puede acceder a un EV sin comprarlo ni depender de flotas corporativas.
El concepto no es completamente nuevo —el carsharing entre particulares existe desde hace una década—, pero la electrificación le está dando un impulso decisivo. El crecimiento de la infraestructura de carga, la caída en los costos de mantenimiento y la integración de herramientas de gestión remota han creado el entorno ideal para que estas nuevas plataformas despeguen.
Cómo funciona este nuevo modelo de movilidad compartida
Las plataformas emergentes operan bajo una lógica simple: propietarios y conductores se registran, verifican identidad y licencias, y establecen horarios de disponibilidad. Los dueños pueden fijar tarifas dinámicas, igual que en Airbnb, que varían según la zona, la demanda y el tipo de vehículo. Un Tesla Model 3 puede alquilarse por días completos para viajes de carretera; una scooter eléctrica puede rentarse por horas para trayectos urbanos.
En muchos casos, la entrega del vehículo es sin contacto: el usuario lo desbloquea con la app, que a su vez integra funciones de geolocalización y monitoreo del estado de la batería. Algunos servicios incluso permiten limitar la velocidad, fijar perímetros de uso o recibir alertas si el conductor se aleja demasiado de la zona definida.
El seguro, tradicionalmente el punto más complicado de este tipo de modelos, se está resolviendo mediante pólizas especializadas que cubren daños, robo y responsabilidad civil, calculadas por uso y activadas solo durante el periodo de alquiler.
Por qué los vehículos eléctricos son perfectos para el P2P
El auge de estas plataformas está directamente ligado a las ventajas estructurales de los vehículos eléctricos. Su mecánica es más simple y tiene menos desgaste, lo que reduce el temor de un propietario a que múltiples usuarios dañen piezas delicadas. El monitoreo digital integrado —desde el nivel de batería hasta el estado de la batería de tracción— permite que los dueños mantengan un control preciso del vehículo incluso cuando no está en sus manos.
A ello se suma un cambio cultural: muchos usuarios que aspiran a un EV quieren probarlo durante varios días antes de comprarlo. Para ellos, rentar un Tesla, un BYD, un Nissan Leaf o una moto eléctrica se vuelve una forma de test-drive extendido. Otros, especialmente en ciudades densas, prefieren usar un vehículo eléctrico solo cuando lo necesitan, sin comprometerse con la compra, el mantenimiento o el estacionamiento.
El beneficio económico para los propietarios
Para quienes ya tienen un vehículo eléctrico, convertirlo en un ingreso pasivo es una motivación poderosa. Un coche que pasa horas estacionado en un garaje puede generar desde unos cientos hasta varios miles de pesos al mes, dependiendo de la demanda local. En zonas turísticas o de alta densidad laboral, las scooters y motos eléctricas tienen aún mayor rotación.
Las plataformas también están incorporando herramientas para calcular ganancias potenciales, programar mantenimiento predictivo y recibir reseñas de los usuarios, lo que consolida un ecosistema de confianza similar al del hospedaje colaborativo.
Los desafíos que aún deben resolverse
Pero no todo es aceleración. El modelo enfrenta retos: regulación todavía incierta, fricciones con aseguradoras tradicionales, riesgo de uso inadecuado del vehículo y, especialmente, la necesidad de más puntos de carga públicos y privados. También existe el dilema ético del desgaste compartido: ¿cómo equilibrar tarifas y condiciones para que el negocio sea atractivo sin deteriorar prematuramente la batería?
Las plataformas responden con algoritmos que ajustan precios en función del kilometraje, recargos por uso intensivo y sistemas de reputación que incentivan el cuidado del vehículo. A largo plazo, la llegada de baterías más duraderas y sistemas de carga ultrarrápida podría reducir aún más estos obstáculos.
El futuro: movilidad distribuida y propiedad flexible
Lo que hoy parece una tendencia de nicho puede convertirse en una pieza clave de la movilidad urbana. Si el “Airbnb para coches eléctricos” madura, podríamos ver barrios donde la mayoría de los vehículos sean compartidos entre vecinos; estaciones de carga comunitarias; microflotas gestionadas por asociaciones vecinales; y un mercado donde la propiedad de un EV sea tan flexible como la suscripción a un servicio digital.
Esta nueva ola de plataformas peer-to-peer no solo cambia cómo usamos un coche eléctrico: redefine la relación entre propiedad, tecnología y movilidad. En un futuro no muy lejano, tener un Tesla o una scooter eléctrica tal vez no signifique poseer un vehículo, sino administrar un activo compartido que se mueve mientras tú no lo haces.

