Por Bruno Cortés
En la Cámara de Diputados, donde se discute la Ley de Ingresos 2026, la sesión se volvió un ring político. Entre gritos, reclamos y alusiones personales, el diputado Federico Döring, del PAN, tomó la palabra para responder a las críticas del morenista Alfonso Ramírez Cuéllar, a quien acusó de querer “reventar la sesión” y de no contar ni siquiera con el respaldo de su propio grupo parlamentario.
Con el tono irónico que suele usar en el Pleno, Döring soltó una frase que resonó en el salón: “No logra presidir ni la Comisión de Presupuesto ni la de Hacienda; su grupo no le dio el voto de confianza, ni al inicio ni después, cuando pusieron a Carol Altamirano, con quien sí se puede dialogar y construir”. Y ahí, la tensión subió.
Para quienes no siguen el día a día del Congreso, esto tiene un trasfondo más profundo. Ramírez Cuéllar, exdirigente de Morena, es conocido por su perfil técnico y sus posturas duras sobre el control fiscal y los ingresos públicos. Sin embargo, dentro de su propio partido no siempre ha tenido buena relación con las cúpulas, especialmente en la actual gestión del grupo parlamentario. Por eso, el comentario de Döring no fue un simple dardo político: fue un recordatorio de esas fracturas internas en Morena que, poco a poco, comienzan a reflejarse en el Congreso.
El panista también le lanzó una indirecta directa: “Vamos a presentar una reserva en términos de su franquicia industrial de huachicol fiscal”, una frase cargada de sarcasmo con la que acusó a Ramírez Cuéllar de promover políticas recaudatorias que el PAN considera excesivas o abusivas, sobre todo hacia las pequeñas y medianas empresas. En otras palabras, lo responsabilizó de empujar una política de impuestos que castiga al ciudadano común bajo el discurso de “combatir la evasión”.
Döring cerró su intervención defendiendo la unidad dentro del PAN: “En este grupo parlamentario todos estamos muy orgullosos de nuestro coordinador Elías Lixa. Cuando él hace un acuerdo político, no hay mezquindad ni trucos para sabotear la sesión”.
Minutos después, el propio Elías Lixa, líder panista, tomó la palabra para respaldar a su compañero y subir aún más el tono del intercambio. “Aquí nadie le manda a las diputadas del PAN ni a nadie. Tú no intimidas a quien se sostiene con dignidad, dignidad que quizá nunca has conocido, como cuando votaste por más impuestos en 2013 y 2014”, lanzó con fuerza, recordando los años en que Ramírez Cuéllar apoyó reformas fiscales que hoy Morena critica.
Lo que en principio era una discusión sobre ingresos y política fiscal, terminó siendo un duelo de legitimidades y viejas facturas entre partidos. Mientras Morena busca aprobar sin contratiempos la Ley de Ingresos 2026, que define cuánto dinero recaudará el gobierno de Claudia Sheinbaum, la oposición usa el debate para exhibir contradicciones y tensiones internas en el bloque oficialista.
Al final, más allá de las descalificaciones, lo que se juega en estas sesiones es la forma en que el gobierno planea financiarse el próximo año: si con más deuda, con nuevos impuestos o con recortes. Y aunque los tecnicismos fiscales suenen lejanos para la mayoría, lo cierto es que ahí, entre discursos y gritos, se decide cuánto pagaremos todos y cómo se manejarán los recursos del país.
Por ahora, el mensaje del PAN quedó claro: no dejarán pasar sin pelear lo que consideran un “paquete económico abusivo”. Y si Morena esperaba una sesión tranquila, Döring y Lixa ya se encargaron de ponerle sabor al debate.